Llueve en los brazos del ámbar,
el agua baja en filigrana
su laca madura en hilos de plata
y abajo..
Abajo nosotros sorbiendo las naturales pociones..
Temblaba el rojo
por los márgenes del tronco y sus posiciones.
El cuajo en nuestras arterias de alimento
recostados en la espalda del vegetal/
Vivimos el tiempo del prudente silencio,
nos ungían aceites de antiguas lociones
y la alquimia de callados besos
se proclamaban sin letras,
abandonaban el anuncio de inútiles palabras,
solo velas de fuegos carmesíes y
pabilos púrpuras de anchos labios
navegando abiertas corolas,
baño de diamantes,
manantiales de agua sumergida,
explosión pacifica al aire
hervían vapores de lago cálido/
De lo bajo el pasto en espuma era nuestro cómplice/
Del limite celeste de altura
el cielo en mueca de diluvio sonreía/
Nos catapultaba como un río de dos corrientes
en laberintos de abiertos balcones,
mi pecho era una rosa abierta cincelada
y tu abrazo invadía el espacio en ademanes florales/
Encastrábamos dos reinos de suaves piedras.
Dos cuerpos paralelos sin lejanía de tierra y
la estrofa ausente en la mirada acortaba la distancia,
mientras el infinito llovía en los brazos del ámbar.
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