¡Amigo!
Mi fiebre languidece en la cama,
mi cuerpo apoya la tortura de la espina/
No pretendo hoy que sepas
que soñar con tus sueños me refresca,
ni que tu lámpara gira en mis arterias
como un ruido de olas sosteniendo la distancia
de la orilla que no regresa/
Bajo la alfombra que resalta mi pobreza.
me llegan tus físicos espectros
y tus sónicas áureas de alma/
No importa si la atmósfera
me huye de los pulmones respirantes
porque aun conservo tu breviario de aliento/
Mañana te contaré del alma de mi amada,
de mis turbias veladas de ruar nocturno
que mis pasos de cabalgata anduvieron
festejando amaneceres en madrugada/
Ahora me importa tu genio de rebeldía,
tu místico abrazo de oso y tórtola/
He subastado todas mis playas pintadas
y aun mi risa es de cálida arena/
Trasvasé mis morados labios de ternura
en cada compás que la vida me invitó a su baile/
Así resultó la oscura ceniza en mis manos...
Pero me queda el monte de magia negra
en tu calva incipiente,
iluminando mi vista naranja de auxilio/
¡Adiós amigo!
¡Adiós pero contigo!
Sigue tu tenaz camino...
Mi alma va a su camastro de reposo aun viva/
Déjo en ti mi color de vitraux cargado en tu retina/
No olvides mis aromas
porque mi piel se despide con tu formula.
A Cèsar Abelardo Parga
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