La noche se duerma
Exhausta,
El día amanece
Con brío lento.
La madrugada precipitó
lluvia en silencio,
como agua diáfana
y ruidosa golpeando
sobre el techo,
con gotas azuladas
movidas por ráfagas.
Las esferas del tiempo
se perdieron al piélago
de la tierra,
armando arneses
que sostuvieran
los cristales del cuarto,
antes que el viento
gimiera entre los árboles.
Las casas armaron
sus portales reforzados y
los gatos de la oscuridad
quebraban huesos,
de pájaros adormecidos.
De su trino mínimo
Quedo el eco en el ladrillo.
Al estreno de la mañana.
en una cama
del barrio humedecido,
Alguien estiro su brazo
hacia un costado,
al envés de lo entumecido.
Antes que la palabra
despertara en tu boca,
se cruzó con mi boca.
Cuatro labios de infarto
anudados en silencio,
La sed se acrecentaba
de frotar los espasmos,
En un latido paralizado
se deshizo del tiempo
y su hora de olvido,
así dormidos entre brazos
y en las manos un laurel enraizado