La marea fertilizó tus tobillos
con azules aguas en su apogeo,
subieron ostras marinas
color de nácar a tu cabello.
En tu forma no importa
la conquista del fuego
porque tu amor está hecho
de abundante fresno,
de múltiples avenas verdes,
de tierras que germinó el trigo dorado,
de la harina hecha pan en la artesa
que arrastran los pesados vagones
de trenes venturosos.
Una límpida claridad
se abre en tus muslos majestuosos,
corteza del mineral que
centellea el cristal de la arena.
La roca en su blancura
traía milenarios ancestros de piedra
sellando tus regiones de espesura.
Toda la luz del cielo
dejó en argumento
palabras de insignia,
soplos en el viento
flameaban tu bandera de harina,
en los territorios de única panadería,
donde tus pies
aprendieron el idioma de las lilas.
La sagrada imagen de tus aromados labios
rondó por los campos y
bajo un rojo de sombra silvestre
te educaste en el idioma de la tierra.
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