La hipoacusia puede definirse como la disminución de la audición. Con el paso de los años, es muy común que las personas comiencen a notar los primeros síntomas de hipoacusia o presbiacusia, que es la que se asocia a la edad. Oyen, pero cada vez menos. Es cierto que es un proceso que se va desarrollando poco a poco, muy despacio, pero que causa molestias a los mayores, siendo la peor la necesidad de llevar un audífono.
En términos generales, no existe una causa comprobada científicamente que se le atribuya a la pérdida de audición causada por la edad, pero sí que hay determinados factores que facilitan o propician en cierta medida que el día de mañana se termine padeciendo una hipoacusia (en gran parte severa). Entre estos factores destacan la continua exposición y prolongación a ruidos extremadamente altos, el tabaquismo (incluido el fumador pasivo) algunos medicamentos dañinos para la salud del oído o antecedentes familiares.
Los síntomas más comunes son la dificultad para escuchar lo que otros comentan, sobretodo cuando hay ruido de fondo, zumbidos en los oídos, necesidad de subir el volumen de aparatos electrónicos como la televisión, pedirle a los demás la repetición de aquello que han dicho previamente, molestia cuando hay ruidos que ellos consideran demasiado fuertes, etc.
La hipoacusia relacionada con la edad (presbiacusia) es fácil de detectar. Una vez que las personas comienzan a notar que sus oídos no funcionan como antes, han de acudir al médico, quien les hará un examen físico para comprobar que la hipoacusia no se debe a otra causa más que a la edad. Cuando esto se compruebe, se derivará a un especialista (otorrinolaringólogo y audiólogo) que hará los examenes y pruebas pertinentes.
Aunque no existe cura para ello, sí que se recomienda el uso de audífonos, que mejorará de forma considerable la capacidad de oír.