Era yo la calada manzana dulce
paladeada en tus labios inevitables,
libando mis pasiones
hasta el grifo del jugo y su grito/
Peleaban en tus canales
de estacionada bodega,
la madura uva
y el sensible clavel por tu aroma/
Pero masticaron sus sabores atragantados
cuando interné mi cuerpo con vista ciega
en tu primordial arteria y
les clavé dos ojos de lanza trepidatoria/