Vuelvo sobre tu paso
al perder el camino mi huella,
no hallé un alma tan bella
ni dos manos en círculo de abrazo.
Me alejé de las mínimas distancias
compartidas, del beso enamorado
que era nuestro hábito embelesado.
Quizás por mi discurso obsesivo
o la terquedad que he adquirido
de la cual no me río ni me jacto.
Hoy reviso mis erróneos pasos
tal vez a la conquista del perdón.
Mi alma no puede con tal deshonora,
mi corazón se desvinculó de tus brazos amantes
con ese arsenal de caricias que me prodigaste.
Siento la inutilidad de un viejo estante
que no tolera el peso de abandonarte.
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