Nuestras venas son dos ríos
ensamblados como afluentes de manos,
por los brazos recogen agua de mar
en levante y la espuma nos lleva a flotar
sobre la memoria del tiempo, conjugando abrazos
que estallan cual volcanes con bríos.
Somos sueño y vida en el ojo del caudal,
en las anchas playas tibias algas
transitando la huella de los meridianos.
Somos dos lámparas que no apagan los años
porque estamos en la cúspide de pirámides mayas y
en el diálogo del tierno amor somos idioma de cristal.
Arterias de un corazón que al unísono palpita,
laurel en el torrente donde vocifera la sangre.
Espuma burbujeante del mar,
poblamos la cúspide de la ola amante
en la gigantesca dimensión que habita.
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