¿Una historia como otras?

Categoría: Tagu
Fecha: 03/10/2011 09:00:11
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Rita era una chica de su tiempo, no estaba dotada de una gran belleza, pero tenía ese algo especial que atraía a todo el mundo. Había nacido en el seno de una familia acomodada, se educó en el mejor colegio para señoritas de la ciudad. Era una persona muy sensible, educada, sociable y enamoradiza. Esta característica de su personalidad era lo que creaba ciertos resquemores y malestar entre ella y su familia. Con el transcurso del tiempo la rebeldía se apodero más y más de Rita. Y con la rebeldía apareció el capricho. Esa combinación letal hacía que ella estuviera en pie de guerra con su familia. Y que siempre mostrara interés por el hombre menos indicado. Es así como apareció él. Todo se sucedió muy rápidamente. El vértigo fue tal que cuando quiso darse cuenta ya era muy tarde. Lo peor e irreversible había sucedido. El amor la tomó de rehén, la golpeó y le dejó marcas profundas, indelebles, vitalicias. De esas que nunca sanan, y uno no se olvida de como se adquirieron. Las consecuencias también abrieron caminos. Esos caminos que nadie quiere, por difíciles e intransitables, y mucho menos una chica de su época, de su edad y de su posición. Pero así es la vida, no hace preguntas, sólo transcurre. El rumor de su amor impropio y frustrado, corrió raudo, y se esparció entre sus amistades como un reguero malintencionado de pólvora. Todos hicieron un juicio sumarísimo, y en él condenaron su proceder. La sentencia, por supuesto, no se hizo esperar. Rita quedó sola, nadie estuvo ahí para consolarla ni sostener su mano. Las vueltas de la vida son misteriosas e inesperadas. Se pasa del todo al nada, de la compañía a la soledad, del amor al desamor, de la risa al llanto. Y todo en un sólo segundo, en un parpadeo, sin siquiera advertirlo. Y así estaba ella, sin siquiera entender lo que había pasado. Sola, desesperanzada, desesperada. Todo y todos los que habían constituido hasta hacía unos segundos su mundo ahora le daban la espalda. Camino durante horas, se sentó en una plaza y lloró hasta que se le agotaron las lágrimas. ¿A quien recurriría ahora? Un nombre vino a su cabeza, Norberto dijo en voz alta. Él era el sobrino del socio de su padre. Siempre había tenido mucha simpatía y había demostrado cierto interés por ella, a pesar de estar casado. Así que, siguiendo su impulso, se dirigió a su escritorio. Por supuesto él la recibió de muy buen grado, ella siempre le había gustado. La ocasión era más que propicia, ella era una señorita en desgracia, el debía "ayudarla". La ayuda no fue muy desinteresada, pero sí discreta. Él se convirtió en su amante y protector. A partir de ese momento nada le faltaría, ella tendría todo lo que el dinero pudiera comprar. Cada día Rita sentía más su soledad, y desamparo. Se odiaba a sí misma por haber aceptado esa situación que la humillaba. Los días se hacían interminables y las noches eran una agonía. Una tarde, volviendo de la modista, se topó en el ascensor con un nuevo vecino. Ambos se miraron, se saludaron muy cortésmente, y en sólo un segundo se enamoraron perdidamente. Ella sentía por él algo diferente, tal vez una mezcla de amor, adoración y extrema devoción. Fue muy sincera, le contó todo lo que había pasado en su vida, el amor desdichado y como había caído bajo el ala protectora y oficiante de Norberto. Él era heredero de una gran fortuna. Había estudiado antropología, y se había especializado en religiones y rituales antiguos. Su profesión lo había hecho viajar por el mundo conociendo personas y lugares extraños. La curiosidad aderezada con cierta ambición lo habían hecho incursionar en ciertas prácticas esotéricas, que paulatinamente se fueron convirtiendo en una obsesión. Obsesión que transmitió y compartió con Rita. El decía que un médico brujo le había dado el secreto de como poseer un cuerpo, dominar el alma de quien en el habitaba, debilitarla y aniquilarla. Siempre le decía: "Si alguna vez nuestros cuerpos enferman, o se tornan inútiles, los abandonaremos, y tomaremos otros. Nuestras almas vivirán por siempre, poseemos el secreto de la vida eterna". La situación con Norberto se había vuelto insostenible, ella no podía siquiera soportar la idea de verlo. Un día tomo valor y le contó que estaba enamorada. El la miró y se fue sin pronunciar palabra, abrumado, desencajado. A pesar de lo que ella le dijo, no se dió por vencido. Se negaba a perder a su amante, y todo lo que ello implicaba, la situación le agradaba demasiado, lo hacía sentir un hombre poderoso. Así que decidió reconquistarla, para eso le mandó flores, sus favoritas, jazmines. Todos los que encontró en la ciudad y un costoso anillo de oro y rubíes. "Eso bastará para que vuelva a mi", se dijo. Pero se equivocó y mucho. Habían pasado dos días y no había tenido ninguna noticia de ella. "Esperé mucho tiempo ya, ella debería haber corrido a mi inmediatamente", pensó "¿Quién podría resistirse con ese regalo?". Entonces decidió ir a verla. Llegó al edificio, tomó el ascensor, abrió la puerta del departamento. y entró. Ella estaba poniendo un disco en el fonógrafo, tenía puesto su vestido rojo preferido. Lo miró y le dijo: "Te dije que no quería volver a verte, te desprecio". Ante esta reacción de Rita, muy diferente a la que él esperaba, se dirigió a la biblioteca y tomó su katana. Fue donde estaba ella y sin mediar palabra la decapitó. Luego la cubrió con jazmines y se fue dejando la puerta abierta. Desde ese momento Rita ha poseído cuantos cuerpos pudo. Sin descanso busca el alma de su amante. Cuando la encuentre vivirán felices por toda la eternidad.






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