Camino largo
se inserta profundo
irrumpe la marea.
El malecón
es el transito,
se apuntala a sus lados.
La escollera.
una fortaleza
de rocas siniestras
que golpean las olas.
Lejos se arroja
la lanza de sedal
que el pez la recoja.
Llueve en sus costados,
impacta el salitre
y moja el rostro
cual garua vertical
en el tejado.
En su fortaleza de piedra
no hay espacio para el mimbre.
La hora bañada se recuesta
al hombro de la escollera.
En la humedad de cuerpo mojado
la tanza del pescador es mella.
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