Antes de contraer matrimonio, mi pareja y yo decidimos que después de tanto esfuerzo y de tanto trabajo había llegado el momento de visitar uno de los lugares del mundo que me tienen cautivada y no es para menos, ya que la belleza y la tranquilidad que se debe respirar en las islas Phi Phi tienen que ser inigualables. Así que nos aventuramos a sacar los pasajes encontrando una oferta para Tailandia que se ajustaba a nuestras necesidades.
El viaje se nos hizo un poco largo, ya que eran doce horas de vuelo y porque tuvimos la suerte de conseguir una oferta para Tailandia sin escalas, ya que si no la travesía se hubiese alargado unas cuantas horas más. Llegamos al hotel muy cansado debido al viaje, aunque la diferencia horaria también influyó en este aspecto, pues hay cinco horas de diferencia en verano con respecto a España, de modo que comenzamos a disfrutar realmente de las vacaciones al día siguiente.
Los primeros días estuvimos prácticamente las veinticuatro horas en las mejores playas de estas islas, descubriendo un mar color turquesa totalmente cristalino uniéndose con la fina y blanca arena que rodea sus costas, una imagen precisa y exacta del paraíso, pero en la tierra.
No podíamos abandonar las islas sin realizar una de sus rutas para ver la belleza de su naturaleza en todo su conjunto, decidiéndonos por visitar el Parque Nacional llamado Koh Phi Phi Mu. Este parque se compone de seis islas, por lo que su extensión es tan grande que es necesario volver al día siguiente para terminar de verlo.
En estas rutas tuvimos la oportunidad de ver la abundante vida marina que esconde sus aguas con sus arrecifes de corales, los acantilados y las preciosas bahías. De regreso al hotel, en el barco, nos quedamos sin palabras al observar uno de los mejores atardeceres que habíamos visualizado.