La historia del pensamiento tiene un antes y después de René Descartes. El temor a Dios sembrado por el pensamiento cristiano y los grandes pensadores de la escolástica hicieron del ser humano una creatura insignificante ante la majestuosidad y la omnipotencia de Dios, lo que dio lugar a un teocentrismo que se mantuvo esplendoroso hasta finales del siglo XV y el XVI con Erasmo de Rotterdam, quien marca una señal evidente de la decadencia del la escolástica y el surgimiento del humanismo, el cual alcanzará la marca decisiva con cogito ergo sum de Descartes. Es aquí donde el ser humano alcanza a descubrir su lugar en el mundo, pierde el mido a Dios y comienza a caminar sin esa muleta a la que se mantenía aferrado.
Esto no significa que con Descartes se pasara de un teocentrismo a un ateísmo, no, más bien se logra que las cosas se pongan en su lugar sin caer en los extremos. Su
punto de partida es la duda, pasa por el pensamiento y llega a la certeza. En este ejercicio de pensamiento se llega al yo, cuya existencia no puedo dudar. En este modernismo se exalta la razón humana como facultad cognoscitiva y por tanto, única confianza en el conocimiento racional. E racionalismo tiene como representante a René Descartes, Nicolás Malembrache, Baruch Spinoza y Gottfried Wilhelm Leibniz.
En el siglo XVII tenemos también el desarrollo del empirismo, este entiende que los conocimientos y todo lo que sea comprensión de las cosas se derivan de la experiencia. Nada puede conocerse si antes no ha pasado por la experiencia. Descartan todo lo que se considere como ideas innatas (rechazo del platonismo). Niegan la posibilidad de un conocimiento de carácter universal. Dentro de sus representantes tenemos Francis Bacon, Thomas Hobbes. John Locke y David Hume.
Tenemos también como corriente de pensamiento el idealismo, estos entienden que la identidad en si de lo real no es conocible, a pesar de que se pueda tener una aproximación. No podemos llegar a la esencia de las cosas, solo podemos tener una idea, lo que nos puede aproximar a la realidad, pero a esta es imposible de llegar. Podemos conocer los fenómenos, las apariencias, pero no la realidad, no la esencia de las cosas. Tenemos como representantes a Emmanuel Kant, Johan G. Fichte y Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
En el siglo XVIII tenemos el positivismo como corriente hegemónica del pensamiento de la época, el que pretende ser una ciencia, no una forma simple y llana de observar la naturaleza. Para estos no hay ciencia con solo observar los hechos, esta se da cuando se conocen las leyes que los rigen.
Para Comte, la Humanidad habría pasado por tres etapas sucesivas. En su nivel inicial de progreso, la Humanidad estaría dominada por la mentalidad teológico-religiosa. Seguidamente, se pasaría a un estadio filosófico-metafísico, que finalmente dejaría paso al estadio definitivo, el estadio positivo, regido por la racionalidad positiva, empírica y factual, donde la Ciencia lograría convertirse en rectora de los seres humanos¨.blogs.periodistadigital.com
En el siglo XIX tenemos el materialismo, como resultado de una crítica a la teología y el idealismo hegeliano que hace Ludwig Feuerbach y que Marx toma, la profundiza y orienta la sociología material. Para Marx solo la lucha de la clase trabajadora conduce a la emancipación y al fin de la opresión. Según el materialismo no existe nada más que la materia, y esta debe entenderse como un conjunto de objetos individuales, móviles, representables, que ocupan un determinado lugar en el espacio. Marx criticó a todos los pensadores anteriores a él, porque se limitaron (según él) a interpretar el mundo, cuando lo que había que hacer era cambiarlo. Los representantes de esta corriente son Karl Marx, F. Engels y B. Lenin.
Otro movimiento de mucha influencia es el existencialismo, es un sistema filosófico que tiene por objeto el análisis y descripción de la existencia concreta, considerada Como el acto de una libertad que se afirma a sí misma, creando la personalidad del individuo. La existencia establece el valor de cada realidad individual, cuyo origen ya no es el pensamiento sino la libertad, pero una libertad absoluta que no está ligada a nada que la determine. El ser humano no tiene una esencia o naturaleza que oriente su libertad, sino que es esa libertad la que le hace ser. Interpreta el ser como fenómeno que aparece o se manifiesta ante la existencia cuyo principio es la libertad.
Los representantes de esta corriente de la primera mitad del siglo XX fueron: Soren Kierkegaard, Martín Heirdegger, Jean Paul Sartre, Simone Beauvoir, y Nikolai Berdiaeu.
El vitalismo, es la posición filosófica caracterizada por postular la existencia de una fuerza o impulso vital sin la que la vida no podría ser aplicada. Por lo tanto el vitalismo se opone a las explicaciones mecanicistas que presentan la vida como fruto de la organización de los sistemas materiales que le sirven de base. Este movimiento se presenta como una doctrina contraria al racionalismo. Pretenden conocer la realidad prescindiendo del razonamiento y utilizando a su vez la vivencia, la intuición que simpatiza con lo que quiere conocer. En ética entienden que no hay otro criterio para jerarquizar los valores que determinan qué es lo bueno y lo malo, más que la vida. Como representante máximo de este movimiento tenemos a Federico Nietzsche y Ortega y Gasset.
El pensamiento Latinoamericano también lo tenemos como movimiento, que de manera pujante quiere colocarse y ocupar su lugar en la historia de la filosofía. El problema que se plantea es que después de las independencias políticas de la madre patria demandaba una emancipación mental, una desintoxicación cultural, que produjera como consecuencia un pensamiento netamente latinoamericano, que tomara en cuenta la interculturalidad, la solidaridad y la justicia social. En tosa su extensión histórica hasta la filosofía de la liberación, el pensamiento latinoamericano se ha ocupado infinitamente por la problemática del ser humano, por su identidad cultural, por la moral y la libertad, donde la ética se le ha dado un importantísimo lugar. Según Carlos vaz Ferreira (uruguayo) la ética abstracta debería ser cambiada por una moral viva, que oriente de una manera práctica al hombre en su acción social. También tenemos a Alejando Korn (argentino), quien se opuso diametralmente al positivismo, planteando la necesidad de una nueva filosofía con orientación ética, capaz de rescatar para los latinoamericanos la dignidad de su personalidad libre y consciente. En este sentido los valores tienden todos hacia la libertad, por lo que el sujeto juega un papel relevante. Por último tenemos a Erique Dussel (argentino), para quien la ética ocupa un lugar central, puesto que es la filosofía primera. Propugna por una filosofía de la liberación que tiene que ser ético-política, hace una crítica cortante a la moral vigente, porque justifica la dominación, así plantea una ética de la liberación, entendiendo que los postulados neoliberales ya no responden a las demandas y necesidades del nuevo orden. "La filosofía de la liberación que yo practico desde 1969 -afirma Enrique Dussel- parte de una realidad regional propia: la pobreza creciente de la población mayoritaria latinoamericana; la vigencia del capitalismo dependiente que transfiere valor al capital central; la toma de conciencia de la imposibilidad de una filosofía autónoma en esas circunstancias; la existencia de tipos de opresión que exigen no sólo una filosofía de la libertad, sino una filosofía de la liberación (como acción, como praxis cuyo punto de partida es la opresión, y el punto de llegada la indicada libertad)".