Dibujo de colinas,
dulce amor deslumbrante,
de colinas violetas
donde mi temblor calmaste.
Precipitaste tus fuegos
de corolas y pasiones
en la dura piedra de mi alma.
y lentamente suavizaste
las espinas de mis rosas.
Figura mía,
de pastizal en saeta adormecida,
tu variaste el destino
de la flecha colérica antes
que el humo de mi alma
se incinerara en hoguera.
El cielo trajo tu presencia celeste
de cálidas primaveras
a las hojas frías de mis pies sin morada.
Antes de ti la noche espantosa
temblaba en los clarines del alba,
en los gallos que honran al sol
cantando imágenes nocturnas
del oscuro sigilo con que mueve la broza
su filo de navaja,
de espadas lacerantes
que me marcaban
como hacienda de hierro tallada.
Tu magnitud fue copa de vino plena
amamantándome de uva materna
en tus pechos donde la luz resalta.
Como cascabel ebrio de miel
saciaste mi sed de árida tierra.
Abrió la luz una tregua ardiente
en mi corazón,
antes mío
amor de única corola,
ahora tuyo,
juego de lanza donde mi piel
se resume en venas dentro de tu regazo.
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