¿Qué puede hacer una chica de veintidós años que está a punto de acabar la carrera y que necesita dinero tanto para terminar de pagarse la matrícula como para sus gastos diarios? Encontrar un trabajo; cualquier curro de "segunda categoría" (aunque no me guste llamarlo así, pero no encuentro ahora mismo un sinónimo más apropiado) que le permita tanto subsistir como pagarse algún capricho. Les voy a decir una cosa: este artículo, en realidad, trata de los coches de segunda mano y de cómo se logró el milagro de que una chica sin los estudios completados, como yo, pudiera comprarse uno.
Cuando empecé la universidad estuve saltando de trabajito en trabajito, sobre todo en cafeterías; pero no se ganaba demasiado y tampoco me satisfacía la idea de servir cafés y hacer sandwich durante cinco años. Por eso, hace un año descubrí Avon España, me dije "¿por qué no?" y me metí a ello. ¡Y me cogieron! Al principio solo iba por el vecindario; pero claro, me enteré de que si ampliaba mi franja geográfica, mi sueldo aumentaría también, pero necesitaba un coche para poder hacerlo. Sin mucha esperanza me dio por buscar ofertas de coches de segunda mano y ¡quién lo iba a decir! ¡Descubrí una página sensacional que te incluía cientos de ofertas distintas! ¡Y algunos coches eran tan baratos y parecían de tal calidad que yo al principio no me lo creía!
Pero me informé, hablé por teléfono y en persona con sus respectivos vendedores y sí: eran todos coches buenos pese a la antigüedad y, encima, podía pagar a plazos en dos o tres años; y sorprendentemente, me daba con el sueldo de Avon (más aún si ampliaba fronteras). Nada tan estupendo como los coches de segunda mano, y lo digo en serio: la libertad que me han concedido es impresionante.