¿Por qué muchos sordos son también mudos?

En muchísimas ocasiones habremos oído hablar acerca de la conjunción mutismo-sordera. Si bien es cierto que muchas veces el mutismo se asocia con la sordera o incapacidad de oír, esto no quiere decir que en todos los casos esta unión se cumpla. Para empezar a entendernos, debemos explicar que el mutismo, término que hace referencia a la mudez, es la incapacidad para poder hablar o expresarse de forma oral. La sordera, por su parte, es la dificultad para escuchar cualquier tipo de sonidos, aunque muchas veces la sordera es parcial, por lo que se pueden escuchar solo determinados ruidos y sonidos fuertes.

En efecto, la afirmación de que hay una mayoría generalizada de personas con sordera que son también mudas es cierta. Su motivo se debe precisamente a que cuando una persona nace siendo sorda, nunca ha tenido la capacidad que le permitiese escuchar los sonidos, ni tan siquiera los que emitimos al hablar. Por ello, lejos de su incapacidad para comunicarse, lo que les sucede es que no saben pronunciar ni aún pudiendo emitir sonidos.

Esta es la razón por la que todas (o casi todas) las personas que no nacen siendo sordas sino que han ido perdiendo la capacidad para oír pueden hablar con normalidad y con cierta fluidez, claro que usando un buen audífono que le permita escuchar lo que le están comunicando.

En cualquier caso, la mudez está más vinculada a cuantos padecen sordera desde su nacimiento y no (no habitualmente) a cuantas la sufren siendo ya algo más mayores. Por ello podríamos decir que una de las causas del mutismo es la sordera, aunque no es la única. Aún con ello, la sordera parcial puede solucionarse acudiendo a centros auditivos en los que se le proporcionará la información más detallada de acuerdo con su dificultad para oír. Lo mismo ocurre con el mutismo, para el que existen técnicas de aprendizaje que le enseñarán a hablar poco a poco.