Comandas autocopiativas, cosa del destino

Cuando era pequeña, jugar a las casitas, a las tienditas o a los restaurantes formaba parte de mis hobbies más deseados. Me encantaba pedir para Reyes una caja registradora, un paquetito de esos que vienen tan completos con "comida" y un bloc en el que anotar lo que mis supuestos clientes me pedían para enviárselo a casa y que a mi repartidor personal (mi primo en aquel entonces) no se le olvidara nada. El bloc en cuestión tenía que tener esa hoja amarillita que va detrás de la blanca para que cuando escribiera los pedidos, yo pudiera quedarme con una copia mientras mi primo se llevaba la original en caso de que algún cliente reclamara algún producto. Siempre se me quedaron esas imágenes grabadas porque realmente era el "trabajo" con el que más me entretenía.

Hoy, regento un restaurante que afortunadamente funciona bien. Llevo como cuatro años con el negocio y admito que vine a saber cómo se llamaba ese bloc que tanto me gustaba cuando lo monté. No eran más que comandas autocopiativas, algo con lo que desde pequeña solía jugar y que ahora me sigue encantando utilizar.

No se trata solo de un deseo de niña convertido en realidad, sino que ahora que lo veo pasados los años me doy cuenta de que desde que era una renacuaja solía ser muy precavida y responsable y aún hoy conservo parte de mi esencia personal, algo por lo que me caracterizo y que me define a la perfección. Me gusta hacer las cosas bien y aunque no lo parezca o para muchos resulte absurdo las comandas para restaurantes son sumamente importantes aún cuando tienes experiencia. Que tus clientes se sientan bien atendidos y que no les falte nada de lo que han solicitado es una de las claves para que tengas éxito.