Un talonario de camarero que me cautivó

Los camareros en general han de tener un arte oculto. Algo así como un halo innato con el que nacen y que les lleva a decidirse por la profesión de camareros. No sé por qué, tal vez tenga que ver con la vestimenta o con el hecho de que llevan siempre consigo un talonario de camarero en el que a veces, además de apuntar nuestros pedidos, escriben su número de teléfono para dejártelo sobre la mesa sin que te des cuenta. No niego que me guste este tipo de actos, no sé, me parece una forma discreta de decirte que le atraes o que le gustas, pero en realidad hay que ser muy tonto para creer que una chica, solo por dejarte el teléfono, te va a llamar así, a la ligera, sin haber cruzado más roce que el de llevarte la comida a la mesa.

Bueno, lo de tonto mejor lo retiro porque si hubo un verdadero motivo por el que me cautivó el encantador camarero con el que actualmente salgo ese fue el talonario de comanda que utilizó la primera vez que lo vi. Para ser honesta, no es que el talonario de comanda fuera cosa del otro mundo. No, pero a él le quedaba tan bien en la mano y me resultaba tan sexy verlo en la postura de todo camarero anotando los pedidos que me terminó por cautivar, aunque nunca se lo demostré.

Por lo general, no me gustan los chicos que se las dan de listos y de tener una capacidad grandiosa para conquistar a sus presas, pero la verdad es que él supo hacerlo bien. Esperó a que fuéramos a pagar para que, cuando me tocara el turno, me dijera sutilmente que era la chica más interesante que había pasado por allí. Ahora que tenemos confianza, me comentó que se refería al hecho de que él sabe perfectamente que es guapo y simpático, y sabe además que cualquier chica se derretiría solo con mirarlo. Yo, como fui la única de todo mi grupo que no me quedé abobancada mirándolo, le llamé la atención... Y ya ves tú, lo que hace un simple talonario de comanda.