Imagino que debe ser frustrante encontrarse con un acuse de recibo tan marcado por la indiferencia como el que ha producido la carta de Artur Mas en el entorno europeo. Pero la pregunta es: ¿realmente esperaban algo diferente? Yo no comulgo con la actitud del Gobierno central. Considero que es claramente corresponsable de un problema que ya nos afecta a todos. Pero me parece indudable que Mas se está metiendo en un callejón sin salida. Por eso me gustaría invitar a los catalanes a reflexionar sobre seis cuestiones que considero vitales. Yo, si estuviese en su posición, exigiría una propuesta creíble antes de promover cualquier tipo de referéndum. Estas cinco cuestiones son válidas incluso en el escenario de una separación amistosa:
- La entrada en la UE no es negociable. Hay unas reglas, claras e iguales para todos, y no van a cambiar. No hay trampa ni cartón, ni maldad hispánica ni traición europea. Cataluña será una entidad nueva y, por tanto, deberá demostrar que cumple con las normas e imposiciones que precise cada una de las organizaciones a las que quiera adherirse. En el caso de la UE, un proceso de años hasta que se confirme que cumple con los criterios económicos, jurídicos y políticos y, una vez que la Comisión Europea dé el visto bueno, deberá buscar el beneplácito de cada uno de los Estados miembros hasta lograr la ratificación en pleno. Esa es la realidad. La primera pregunta es: ¿qué propone el Govern?
- Pese a la mala prensa que recibe estos años, lo cierto es que el deseo de pertenecer a ese espacio europeo nunca ha dejado de crecer y entiendo que así lo demuestra Mas con su carta. Si Cataluña cree que la UE es parte de su futuro es indudable que va a tener que esperar unos cuantos años hasta que eso sea posible (si es que es posible). Por tanto, ¿cuáles serán las implicaciones inmediatas para los ciudadanos de no pertenecer a la UE?
- Más allá de la UE, asumo que esa Cataluña independiente querrá formar parte de la comunidad internacional. La pertenencia a la comunidad internacional no es por nacimiento sino por aceptación o, dicho de otra forma, por reconocimiento oficial. El caso de Cataluña es particularmente problemático ya que, hoy por hoy, no hay un argumento compartido y suficientemente convincente que lleve a la comunidad internacional a reconocer la secesión de los pueblos. Pese a que es un tema preferido entre juristas, crea una suspicacia enorme en la práctica y eso se traduce en que nadie quiere meterse donde no le llaman. Reconozco que tengo una curiosidad enorme por saber cuál es la estrategia de Mas para sortear ese obstáculo.
- En el caso de que Cataluña fuese reconocida como miembro de la comunidad internacional, debe empezar a solicitar la entrada en las principales organizaciones internacionales y a cientos de organismos regulatorios esenciales para estar al día de los avatares del mundo, desde la energía nuclear a los derechos de autor. Esto, que constituye una pesadilla menor, también llevará unos cuantos años (por ejemplo, la entrada en la Organización Mundial del Comercio no es por requisitos como, por ejemplo, en el Fondo Monetario Internacional, sino por negociación, y bien vale tener paciencia). Esos años intermedios presentan unos interrogantes extraordinarios. Por mencionar solo uno, ¿cuál es la viabilidad económica inmediata del proyecto independentista catalán?
- En la comunidad internacional no solo hay que participar sino que, fundamentalmente, hay que ser capaz de influir, y eso no es tan fácil. Las prioridades de un país pequeño están vinculadas a la buena relación con sus vecinos y la integración en organizaciones supranacionales que protejan su integridad. Hay una regla de tamaño que se aplica de una forma brutal en las relaciones internacionales: las cosas no dependen de lo que quieras, sino de lo que te dejen hacer. Con esos condicionantes, ¿cuál sería el peso político que tendría Cataluña en negociaciones internacionales? Por ejemplo, en el Consejo Europeo, si su candidatura fuese aceptada.
Por último, la más importante: ¿no es una cuestión básica de sentido común conocer las respuestas a los puntos anteriores antes de votar por la independencia? Mi impresión es que el Gobierno de Mas está dando un ejemplo histórico de uno de los principales males hispánicos: hacer primero y pensar después. Yo animaría a ser mucho más prudente con el orden de los acontecimientos y, especialmente, con la calidad del debate.
Cinco días