Federico Herrero y Nicolás Francisco Herrero, especialistas en artes y ciencias del actor y directores de actores, presentaron un trabajo de investigación sobre el tema: -Actuación cinematográfica-, del trabajo citado una breve reseña de -Vivir su vida- una película que Federico Herrero, considera como una de las mas importantes de todos los tiempos.
-Vivir su vida-, de Jean Luc Godard.Dirección: Jean-Luc Godard.
Intérpretes: Anna Karina, André S. Labarthe, Sady Rebbot, G. Schlumberger.
Año: 1962
País: Francia
Duración: 83 minutos.
Federico Herrero en un momento del trabajo de investigación afirma que la actuación de Anna Karina es memorable, actuación profunda y liviana.
Herrero aclara que actuación liviana le llama cuando no se ve el esfuerzo del actor, los sentimientos y emociones fluyen con naturalidad.
Respecto al punto de naturalidad, un concepto que yo creo es importante, los actores no son imitadores de la naturalidad sino creaciones reales.
Película estructurada en doce episodios que está centrada en la figura femenina de Nana (Anna Karina), una mujer que tiene que dedicarse a la prostitución para eludir su precaria situación económica.
Con la -nouvelle vague- como vanguardia, irrumpiendo enérgicamente en el cine de los sesenta, Jean Luc Godard, uno de sus principales exponentes, y mito del movimiento continúa su evolución más madura y profunda con -Vivir su vida-, en la que, con Ana Karina, su mujer, como eje del filme, desarrolla uno de los ejercicios de libertad formal más acertados de su carrera.Con una fotografía directa, espontánea, heredera de los Doisneau o Cartier-Bressons trasladados al cine, Godard cuenta un fragmento en la vida y la evolución de una joven que acaba en la prostitución, de una forma natural, sin ningún dramatismo, simplemente impulsada por el estilo de vida impuesto en la sociedad del dinero.
Sin excusas, evitando subrayados, expone el relato sin darle ninguna importancia, dando un total efecto de normalidad a una situación, en realidad, trascendental para su protagonista.
Los encuadres informales, la iluminación natural, los escenarios reales, por no decir del montaje, rompen con cualquier escuela formalista, para dar al espectador una presencia física dentro del filme.
Lo que en la mayoría de los planteamientos tradicionales, hubiera sido un melodrama o un filme de denuncia, en Godard, la espontaneidad aparente, moviéndose entre la ficción y el reportaje, logra un acercamiento a los personajes tan natural como sencillo.
Un planteamiento que contribuirá a la consolidación de la semántica que caracterizará las mejores obras del movimiento revolucionario del cine por excelencia, en la década de las revoluciones.