Ocurre a menudo que nos encontramos en la vida heridos y desconfiamos de toda persona que aparezca en nuestro camino. Es tremendamente extraño lo que sucede con nuestro cuerpo en estos casos. El pecho comienza a achicarse como si se encogiese y a doler como si adentro hubiera rayos frénicos corriendo de un lado para el otro. De pronto, estamos embebidos en una sensación de pánico en la que sólo queremos correr para ponernos a salvo o defendernos. El cuerpo lo siente, siente el peligro de la muerte que está cerca. Enseguida la mente colabora con recuerdos dolorosos del pasado que activan estos pensamientos de escapatoria o lucha. Y es entonces cuando aparece una tercera posibilidad, la oportunidad de una muerte espiritual abriendo el corazón. Entregándote a lo incognoscible tomas el camino del medio, la línea que te centra en lo profundo de ti mismo. ¡Y saltas! Liberándote del pasado y confiando en que suceda lo que suceda todo va estar bien enfrentas el miedo como un guerrero que no teme a la muerte, que por el contrario la respeta. Porque de todos modos ¿qué es la muerte sino un proceso de cambio hacia otro estado? Ahora bien, no tenemos ni la más mínima certeza de que estaremos a salvo; éste bien podría ser nuestro final. Y entonces la pregunta se reduce a lo más simple: elijo vivir cómodo en lo conocido y con el miedo de cambiar algo ó elijo saltar siguiendo a mi corazón sin tener absoluta idea de cuál será el resultado de esta acción. Un camino me hará sentir seguro pero apagado debido a que... LEER MÁS