Hacía tiempo pensaba, meditaba y reflexionaba sobre su vida. Esa vida monótona, rutinaria, aburrida y hastiante. Todos los días hacía lo mismo, no distinguía el lunes del viernes. Sus días parecían malas fotocopias de un original no muy original. Todos los días se levantaba, se duchaba mientras se hacía el café, tomaba el desayuno leyendo el diario. Salía de su casa todos los días a la misma hora. Caminaba 4 cuadras, siempre tomaba por las mismas calles porque tenía el tiempo calculado, casi un minuto por cuadra. Tomaba el subte todos los días a la misma hora, salvo que éste se retrasara. Siempre subía al mismo vagón. Siempre viajaba con la misma gente, Esa mañana sonó el despertador como todos los días, a la misma hora de siempre. Entonces Julio se dijo: "Voy a romper la rutina, hoy van a ser cinco minutos más", y así lo hizo. Puso la cafetera, y fué a tomar una ducha. Cuando salió de la ducha, miró la hora y, sin recordar lo que se había prometido, se dijo: "Tardísimo, no llego" y se fué sin desayunar. Salió de su casa, muy apurado. Una vez en el subte, se puso a pensar en su actitud. Estaba enojado, molesto consigo mismo, y pensó: "Quebranté mi propia promesa, soy un animal de costumbre, pareciera que no tengo voluntad propia". No entendía su actitud, ¿Por qué quería mantener una situación que lo hacia infeliz, que lo abrumaba? Julio era una persona muy metódica y sobre todo analítica. De camino al trabajo repasó varias veces, no sólo su actitud de esa mañana, sino todo lo que hizo hasta salir de su casa. De pronto, lo recordó. "No desayuné" , se dijo. "Eso es, no desayuné, que bueno. Ahora voy a tener que desayunar en el trabajo". "Es algo que debo hacer y nunca hago, jamás desayuno fuera de mi casa. Y lo mejor fué que lo hice espontáneamente, no lo hice por que lo olvidé, porque algo me distrajo y lo olvidé. No seguí alimentando a la rutina, no seguí mi rutina, de manera que puedo cambiarla, olvidarla, dejarla de lado. Mi vida va a ser diferente, todo va a cambiar". "Ahora voy a ser distinto, una persona más relajada, una persona más libre, una persona que no está atada a hacer ciertas cosas que tiene que hacer, sino que de ahora en más voy a hacer lo que quiera hacer. Voy a ser tal vez una persona más feliz. Sí, seguramente". "Es más, ya me siento más feliz, tan feliz como no me había sentido en meses, o en años o hasta… si, casi hasta en toda mi vida. Romper la rutina fue lo mejor que me pasó nunca, de ahora en más voy a hacerlo siempre. Un día no va a ser igual al otro, todos van a tener ese componente que los distinga, eso que los diferencie, que los haga especiales, que los haga valer". "Voy a recordar cada día por lo que pasó, voy a poder distinguir cada día de la semana, y hasta cada día del mes, y hasta cada dia del año. Este es mi propósito de ahora en adelante, para toda mi vida". Por ese sólo pequeño hecho que fue no desayunar se sentía tan contento, tan pleno, tan firme cumpliendo su propósito, tan optimista, que comenzó a sonreír una vez terminada su reflexión. Llegó a su trabajo con una sonrisa, cosa que a todos les pareció de lo más extraño. Aunque nadie le preguntó nada. "Que raro", pensó él, "nadie notó mi buen humor, mi sonrisa, mi felicidad. Claro, pobre gente, está tan sumida en su rutita que no ven más allá, no tienen una visión del mundo en su totalidad, solo ven la pared que tienen delante. Sólo ven la monotonía, la costumbre, la reiteración infinita que los rodea". Julio se sentía en la cima del mundo, sentía que había ganado la batalla de su vida, sentía que los demás no estaban a su altura, sentía la necesidad de impulsarlos a buscar a otros rumbos, de contarles como había cambiado su vida, de mostrarles cual era el camino, o al menos el camino que el había seguido y que lo hacia tan dichoso. Se sentía estimulado para obtener grandes y pequeños logros. Se sentó en su escritorio, prendió su PC, tomó su taza y se dirigió hacia la cafetera. Saludaba a todos con una sonrisa, como nunca lo había hecho, y luego del saludo agregaba con un gesto casi infantil: "Hoy no desayuné". Julio tenía perfecta conciencia que ese había sido un paso inexistente para la humanidad, pero que había sido un gran paso para él. Tal vez el mayor paso que dió en su vida, el primero de otros tantos que lo alejarían cada vez más de esa odiada rutina.