A fines de Julio de este año, Cristina Sánchez y un grupo de colaboradores de Fundación Corriente Cálida Humanística realizaron una Cruzada al Impenetrable chaqueño. Pudieron observar que la situación sanitaria de las comunidades aborígenes continúa en decadencia, muy por debajo de los indicadores de salud establecidos.
Las causas determinantes arrancan desde la desigualdad de oportunidades, continúan y se plasman en la falta de alimentación nutritiva, salud, educación, capacitación y trabajo, con ingresos dignos.
En esta región los puestos sanitarios, sintetizan la aberrante situación por la que están pasando las comunidades aborígenes.
Cristina Sánchez, junto con su vision de vida, recorrió los puestos sanitarios de Fortín Belgrano, El Tartagal y Tres Pozos, dejando muchísimos medicamentos de venta libre como analgésicos, antidiarreicos, gasas, algodón, alcohol, piojicidas, más de 200kg. de leche en polvo, cepillos dentales, pastas dentales, nebulizadores, bidones de agua, cintas adhesivas, entre otras cosas.
Los puestos sanitarios carecen de todo tipo de insumos, que hace que no puedan cumplir con toda la comunidad. Sus instalaciones son obsoletas. El personal es totalmente insuficiente y trabaja en condiciones precarias. Faltan médicos, enfermeros y otros profesionales de salud. Los insumos y medicamentos son escasos. No tienen donde hacer las derivaciones y terminan generando resultados absolutamente adversos, que finalmente se traducen en más enfermedades y en más fallecimientos prematuros o evitables.
Mientras tanto, las comunidades aborígenes tosen y crujen con enfermedades como la tuberculosis, el mal de Chagas, las parasitosis, la desnutrición y otras enfermedades recurrentes y endémicas de la zona. El frío profundiza todo y seguramente cobrará tributo en el seno de las comunidades.
Cristina Sánchez nos comentó: -Hace unos meses recorrimos los caminos y senderos del Impenetrable chaqueño. Allí, el hambre y la desnutrición se han transformado en un elemento más del paisaje de monte. Las comunidades Tobas y Wichis sufren del olvido de todos. Las familias están constituidas, en su mayoría, por siete o más personas. Viven en ranchos construidos con adobe, paja y piso de tierra, que tienen el tamaño de una habitación de cualquier casa modesta.
La comida es un bien preciado, que han aprendido a dosificar para que todos puedan alimentarse. Muchas familias comen lo que llaman "la torta parrilla", que no es más que un kilo de harina, mezclado con agua, y cocido como un pan casero. Sólo con eso pueden comer por varios días más de ocho personas, aunque respetando un orden doloroso: primero los chicos y después el hombre de la casa, que luego deberá salir de caza. Lo que queda, para las mujeres y los ancianos. De allí que más del 80 por ciento de la población aborigen padezca de desnutrición.