Añoré tanto tu llegada, esperé y esperé, y casi desesperé. Conté cada minuto, cada hora, cada día, que sin vos se me hizo eterno. Tu ausencia me entristece, me hiere, me daña. Tu ausencia hace que todo se vea diferente. Tu ausencia esta presente en cada detalle, que me hace notar como un mal anuncio, con poca sutileza, que ni siquiera estas en esencia, ni en espíritu.
Tu llegada me parecía lejana, e imposible. Y en algún momento mi ansiedad me hizo hasta dudar que llegaras tal como lo habías prometido. Por fin el tiempo pasó, y como siempre cumpliste tu promesa, y llegaste. Compartimos días soleados, aromas, colores, sabores, sensaciones y sentimientos.
Todo era felicidad y alegría en mi vida. Pero el tiempo pasó, y con el nuestro tiempo. Ahora… ahora tengo que decirte adiós. Despedirte con una sonrisa por todo lo que me diste. Una sonrisa que oculta mi tristeza y mi desánimo.
Nueve meses nos separan de tu vuelta, meses en los que voy a tener que lidiar con tu ausencia, meses en los que voy a extrañarte, meses en los que sólo voy a desear que estés aquí. Lo sé, es el ciclo de la vida, el curso de las cosas, las reglas del juego.
Así es, ayer terminó la primavera, mi estación preferida. Este año ella me trajo un regalo especial, un regalo inolvidable. Me trajo el gas que había perdido hacía 400 días. Gracias a una vecina con mucho tiempo libre y poca imaginación que llamó a MetroGAS, que vino, vió y clausuró.
También me trajo algún que otro sinsabor. En realidad fué solo uno, y más que sin sabor fue sin olor, por que estuve como 10 días con una gripe horriespantosa. Que me hacia estornudar, toser, lagrimear, además de privarme del perfume de los tilos, paraísos, jacarandás, jazmines y jazmincitos.
No entiendo mucho de números, ni de equilibrios financieros, pero creo que el balance primaverístico no está del todo mal. Estuvo la de cal, la de arena, sigo sin saber muy bien cual es cual, pero estar estuvieron, de eso estoy segura.
La cuestión es que ayer la primavera se fue y nos dejó para volver dentro de nueve meses. Lo único que me queda es decirle con las manos como palomitas: "Bye, bye, primavera, hasta el año que viene".
Y COMO TE DIGO SIEMPRE, EL AÑO QUE VIENE, NO TE OLVIDES DE VOLVER.