El año comenzó oficialmente. Bueno casi, en este principio de docena hubo cosas un poco raras, extrañas y extrañísimas. Por ejemplo esa de la que no se habló ni se informó. Esa sobre la que todos estamos en ascuas esperando saber de que se trata. Aunque ahora que lo pienso, tal vez nadie más que ellos lo sepan.
También estuvo presente la extraña puja titánica, esta vez no entre el bien y el mal, sino entre ella y él. No él, por Él, sino él con minúscula. Nuevamente se puso de manifiesto, como tantas otras veces con el dénos la Policía Federal, y el no, mejor te damos los subtes, pero van sin subsidio.
Esta vez, a diferencia de otras, fue menos cruenta, mas disimulada. Se produjo con un hecho a simple vista sin importancia, casi inocente. Pero que marca territorio y sienta postura quizás en una silla no muy cómoda. Ayer fue feriado para la Nación, pero no para la Ciudad. Así que fue un día feriado y extraño en una, y laborable más extraño aun en la otra. En fin…
Más allá de todos estos temas, el año trajo cambios y de lo más profundos. Ahora tendremos que acostumbrarnos a poner en la fecha un dos en lugar de un uno. Si, parece una tontería, una nimiedad, una pavada. Pero no lo es tanto, los humanos somos animales de costumbres, nos cuesta incorporar ese tipo de cosas.
Festejamos el advenimiento del nuevo año con ruidosa pirotecnia, bombos y platillos. Aunque en el momento de plasmarlo en el lienzo blanco, inhóspito y poco inspirador, nos invade ese "miedo inhibidor". E ingratamente nos olvidamos que estamos transitando un nuevo año con una cifra que por supuesto difiere de la anterior. ¿Y entonces que hacemos? Por inercia ponemos la cifra que nos es familiar, la acostumbrada, la que usamos durante casi un año.
Y digo casi, por que a principios del viejo año, que a esa altura era el nuevo año, hacíamos lo mismo, poníamos el número del año anterior. No quisiera exagerar, ustedes lo saben y muy bien, lejos está de mi semejante cosa.
Pero si juntáramos todos los cheques, facturas, formularios, y documentos en general en los que se sigue y seguirá poniendo 2011, tendríamos una pila de una altura interesante. No me animaría a decir hasta el cielo, aunque casi, serían algunos metritos menos.
El 2012 quedó oficialmente inaugurado, está recién nacido, lleno de fe y esperanza. Tenemos algo así como once meses y veintisiete días para cumplir todas las metas que nos hemos fijado. O para inventar excusas creativas, en caso de perseguirlas y no alcanzarlas…
Besooo.