Verde de VERANO.
Brote de frescas hierbas,
caudal de río manso.
El ruido del amor
se viste de trébol.
La sonrisa del sol al alba
le hace muecas a la luna.
La noche se toma reposo
y los pájaros se rinden a la calma.
Amarillo encendido de OTOÑO,
de recuerdo y melancolía.
Las pisadas borradas de la tiranía
a tu lado se hacen compañía.
Con habito de antaño,
los impúdicos árboles se desvisten.
Tapizan el mendigar del suelo por el color.
Contigo parte la barca a la caldera del llanto.
Marrón de INVIERNO.
Segador de sobrevivientes
de las balas del otoño.
Refugio de amantes tras
el sudor de las ventanas.
La luna se duerme temprano,
bañada en el viento norte.
Se mira al espejo, aun ruinosa y
se engalana, no pierde su porte.
Celeste de PRIMAVERA.
Mágica locura de azul cielo.
Burlas el oleaje de la mar
con renuevo adolescente.
Cuando el bosque se desnuda, tu lo pintas.
Brillo de baldosas y maderos,
mascara arlequín de soledades ausentes.
Agitas tus blancos pañuelos, y con placer
se cuelga el abrazo de un colectivo sueño.