Estaba tan cansada de caminar… Hacía tanto que habían salido de Nazareth y
faltaba tanto para Belén.
Augusto, emperador de Roma en aquellos días, decretó hacer un censo de todas las personas que vivían en el Imperio Romano. Eso significaba que todos tenían que volver al pueblo donde habían nacido. En obediencia y siendo descendiente de David (el rey), José se pone en camino hacia Belén. Lo acompaña María que está en los últimos días de su embarazo. La travesía por aquellas desérticas tierras, se hace más difícil por el estado de María. Pero al fin, llegan.
Herodes "el grande" reina sobre Judea, donde se desarrolla esta historia. Es un tirano que oprime a la nación con salvaje dureza. Sabe por profecías, que en Belén va a nacer un rey, y por miedo a perder su reino, ordena matar a todos los niños menores de 2 años, cuando se entera (a través de "los Reyes Magos", que en Belén ha nacido un niño especial).
Cuando María y José llegan a Belén no encuentran dónde alojarse. Y el bebé ya está muy próximo. Es tanta la cantidad de personas que han venido al pueblo por el mismo motivo, que ya no hay lugar para nadie más. Preguntan en todas las posadas: no hay lugar. En las casas particulares: no hay lugar. Nadie parece considerar el estado de María. Nadie repara en aquella joven que está por dar a luz. Y cuando ya no hay donde más buscar, un pastor de ovejas se apiada de la frágil madre,
y les ofrece el establo donde guarda sus animales.
Y ahí nace JESUS.
El Libertador que esperaban todos los judíos (los liberaría de la opresión romana), el Gobernante que esperaba su pueblo, el Restaurador que necesitaban cada vez más, el Rey que sucedería a David y a Salomón (valiente y justo como éstos), el Mesías (prometido por los profetas), naciendo en un establo? Esta es la razón por la cual los judíos aún esperan un hombre con todos estos títulos en acción.
Es que este niño que estaba naciendo allí,
no sería tal y cual lo esperaba el pueblo judío. No era un simple mortal. Es más: aquel bebé venía con doble naturaleza: divina y humana. Era hijo de Dios y, por voluntad de Dios, nacido de una humana. Venía como "siervo sufriente" para dar su vida por la humanidad, para cargar en él nuestro sufrimiento, nuestras enfermedades, nuestro dolor, nuestro pecado.
Jesús, el Mesías prometido, el Hijo de Dios, nace en un humilde y nauseabundo lugar y su nacimiento es presenciado por humildes pastores, por hombres de ciencia y por ángeles del cielo. El cielo y la tierra se juntan para adorar a aquel niño que sería tan especial para la humanidad.
Un pensamiento para Navidad:
Qué lugar le doy en mi vida al niño Jesús? Podrá esta Navidad, nacer en mi vida y crecer allí siendo mi Señor, mi Libertador, mi Mesías?