Amo la sombra de tu paisaje.
La sutil huella de tu pisada.
El beso que no me has dado, y
el soplo a mi artera vela de galeote.
¡ Soy tu esclavo, rendido a una caricia ¡
Me encadena tu corazón de ardiente Dalila
y mi espíritu se acelera, al hombro de la brisa.
Como Ilota rebelde me incorporo,
con tesón de Macedonio.
Con espíritu Magno, en carrozas
de laureles a tu presencia voy.
Amo la pregunta que tu mirada provoca, y
la curva audaz de tus cejas con memoria,
la ventana del velo en la mañana.
abierta a la cálida playa, en plegaria
a la cúspide de tu nariz.
En el centro de mi arco ecuestre,
suelto ráfagas de saetas en hileras de cupido a tu boca.
Amo tu canto de sirena,
el mar de arena de tu piel,
donde mi boca reseca sacia su sed.
Amo lo que otros han visto y no han mirado.
Lo que han escuchado y no-oído.
Amo andar tu pradera naciente
en el mar agitado de tu ombligo,
al calor de tus senos. colinas ardientes,
pinceladas cúspides de terciopelo,
dibujan huellas en el lecho.
Amo la cándida Penélope,
tejedora de magias de risas sin olvido.
¡ Lo que amo en ti ¡
Es solo el minúsculo planeta recorrido.
De tu inmedible universo, que aun no he explorado.