El verde de tu esperanza
me evoca una primavera.
La caída de una lagrima
un amarillo de otoño.
La calidez de tu mano
una playa de estío.
Tu ardor en el lecho
la hospita llama del invierno.
Cuando tus pies de hogar sostienen en andas tu erguida figura,
evoco la hora de las mieses y un conjuro de danza por tu rodilla.
Flamea altiva tu risa diamantina y de tus caderas de pino,
al aromo y el alerce, el planeta destila olor a manzanilla.
De los astros tienes una estrella en tus ojos y
la luna de Venus enamorada
Las negras cejas del arco de la noche y
la lluvia evoca un baño al prado y los rastrojos.
El paseo de una nube en azul carruaje de coche
y un conjuro de arco iris, por tus hebras en bandada.
En las flores de tu pecho hay una rosa.
Una rosa, no como todas las rosas.
Asoma al bacón de tu fragancia y
sus pétalos huelen a jazmines.
Un conjuro de aromas te rodea el cuello, en bella actitud sedienta.
El celeste esperanza te tiñe las sienes y
amanece la nieve en alud de montaña,
derrama en escalada su albur en cada mañana
al abrir tu risa de boca abrasadora
Evoco al sol con una mirada, naciendo al oriente y
en el poniente, conjuro el remanso de besos que me diste.