Vi tu pico luminoso de Himalaya trepando la bahía del espacio.
Rodar la nieve por tu cabello, y la transparencia del río de montaña,
En tus ojos movidos al lugar del relámpago.
Vi el despliegue de tu risa en abanico, con tus dientes
centelleando en el vientre de los astros.
Como la ostra abierta, desfilando su nácar de pasarela.
La paciencia meditativa de tus ojos profundos,
como la calma de la abeja, en el laberinto del panal y
la hormiga con su equipaje, hacia el rincón de las preguntas,
con el tono afinado, la palabra perfecta y resuelta.
De tu lengua húmeda de pubis angelical, se deslizó venus adolescente y
se deshizo la palabra en silabas al caracol de mi oído.
Me conspiró un átomo poderoso por tu beso amplio.
Beso de amor, sabia de icor y ambrosía.
Fue vano reprimir el instinto. Cuando llegaste a mí,
con lagrimas del Atlántico y sudor Mediterráneo de tus ancestros,
Por tu pelo, en la ráfaga del impulso, vi temblar,
tu palmera de trópico agitado
Y un suspiro en eco de aromas perfumando la espesura del planeta.
En tu fresco vientre se abre benévola, la caja de Pandora, y
derrama una vendimia de ocres y aromados vinos.
Vi volar tus párpados como la crisálida madura. Tus cejas de
arco edénico, oscuras como las selvas más oscuras.
Y en los muelles de venus donde nace la mujer.
No vi ojos suspirar como los tuyos.
En nuestro orbe de únicos habitantes.
Amor de los huesos azules y los labios rojos
Al abismo claro de los umbrales de nuestro cielo.
donde la luz no tiene sentido y
Tu mano desnuda deshoja pétalos, y
derrama suspiros en la luz del alba..