Ya no podría vivir sin vos. Mis días serían vacíos, inútiles, desinformados, incomunicados y aburridos. Pero no todos son halagos en las relaciones a largo plazo. También hay recriminaciones, y la mía es que llegaste algo tarde a mi vida.
Faltaste en mi infancia, adolescencia y parte de mi juventud, etapa en la que por fin te conocí y empecé a probar tus mieles.
¿Dónde estabas cuando me decían que mascar chicle era malísimo y tenía que hacerlo a escondidas? ¿Porqué no viniste en mi ayuda cual corcel en su caballo blanco?
¿Porqué me mantuviste en la ignorancia? Sentía pánico, al escuchar diferentes historias sobre chicos a los que habían tenido que sacar bolas enormes de chicle de sus estómagos. Es más, mi abuela conoció a gente que conocía gente que se había muerto por una bola de chicle. ¿Te das cuenta lo que hubieras sentido si me hubiera pasado a mí?
Claro, eso no evito que los comiera. Pero cada vez que lo hacia pensaba si ese iba a ser el último, aquél que completara la colorida bola en mi estómago, aquél por el cual iban a tener que operarme. No sé si lo creía demasiado, por que cuando requería detalles eran algo vagos y vacilantes, pero fantaseé con la idea. Una lástima que vos no estuvieras allí para abrirme los ojos.
Celebro tu tardía revelación, me decís sin más ni más que comer chicle es bueno, que calma la ansiedad, el apetito, que mejora la concentración, que reduce las caries (el sin azúcar) y que reduce el stress.
Eso sí, cuando lo coman, por razones de buen gusto no habrán mucho la sanguchera revelándoselo al mundo. Traten de ser discretos.
Lo que me pregunto y te pregunto, es ¿con qué necesidad me hiciste sufrir? Eso no se hace, Internet. Igual te perdono, sí, de verdad, pero no lo vuelvas a hacer por que ……