Ella es inquieta, casi lúdica, con sus manos de muñeca,
sus sueños de hada y bella durmiente en una Aurora.
Se desliza en la vida exprimiendo los momentos,
como fugitiva de un tiempo sin retorno, un ahora que no vuelve, y
cuando sus pasos levitan, dejan una estela enamorada.
Tiene hablar de melodías afinadas, esgrime como arma su ternura.
Su sombra destella luz, a su andar la penumbra se entierra y camina bajo sus pies de senda, y
Las miserias se delatan al susurro de su nombre.
Ella otorga silencios comprensivos, habla con voz de tierna badana cuando pronuncia
y exuda suspiros, el placer de contemplarla,
derrama por mi falda, licor de ágape y lujuriosas miradas.
¡ Ella es trémula y eterna ¡
¡ Frágil y férrea ¡
Emana cataratas en saltos de arlequines, encadena sueños al soplo de su aliento y
su oculto saber no se desliza en palabras,
lo pronuncia en los silencios, cuando parece que calla.
Su boca es de lago apacible y aguas serenas, besa apenas la ribera de la vida
con los labios escarlata natural, y los pesares ajenos nadan en sus remansos.
Su pelo es ladero donde el tiempo se desliza, el reloj se detiene y medita.
¿Que razón tiene mi presencia ¿
A su dispuesta alma acude un cándido despertar y se saborea el encuentro.
enmudece el espanto al festovo gesto de su risa.
Su encanto seduce y agita ánimos apagados,
despierta lo acallado con espíritu de aventurera.
Sale al alba a encender el día, los ojos del sol la contemplan y agradecen.
El ocaso se hace naciente cuando la luna brilla amenazante y
las estrellas le anuncian la llegada de sus ojos pardos.
Ella es guardiana de mi corazón -única propietaria- dueña de mi motivo
de existencia y mi ilusión juega en los toboganes de su espalda
Cuando miro los astros, confundidos en un atalaya Babélico,
con mi ojo sereno y el corazón ardiente como brasa. emergiendo de mi pecho,
caen gotas de tinieblas de hierro en el cedazo de la tela celeste y
las lágrimas del cielo abonan la tierra, el resto derramado,
va camino al estanque de piedra y aguas dulces como una fuente de mana azucarado.
Y como milagro inesperado, habitan mi frente las hojas desnudas del viento acumulado.
Me invade como al cubículo poroso la ráfaga de Febo
saltando de la sábana onírica del techo del mundo,
con la brisa deshojando plumas aprisionadas en las jaulas,
desparramando las aves del canto a la libertad.
Calla mi lengua, despierto mi saber profano
Y la miro...
La miro calladamente, y
mas que la Venus del Milo en estatua,
los ojos profundos y sabios de mi corazón verde esperanza
se mojan en estesia álgida al sentir la gota oceánica que la ama.
Y la miro... con ojo de Cíclope, paladar de Baco y las manos de Midas.
Cuanto admiro su inmenso territorio de mujer
Que sabor dulce tiene su alma carnosa y
Que prodigio de natura hace que se convierta en oro lo que toca.
Bajo la sombra o la luz resplandeciente, así de simple...
¡ Así es ella... ¡