De ti he salido mujer,
del fuego mortal de tu abrazo
golpeado como un aspa vieja
del molino llovido por la piedra.
Salgo obeso de entre tus senos
y casi muerto por la uva de tu suspiro
y de sus laderas de monte y cerro
caí desparramado hasta tu ombligo.
Como un racimo preñado en primavera
en una camada de multitudes de hijos
De tus muslos magnéticos
huían los pájaros del canto metálico
Entre las abras carnales y blancas
penetre como bélico guerrero impetuoso, y
la esponja celeste de tu entrepierna
me absorbió hasta la ultima gota de sangre en las venas.
Y volví a forjarme como el hierro
en el crisol ardiendo y
emergí poderoso ,
con bríos de heredero de batalla.
Me sumergí tenaz y renovado
lavando tu ombligo de pasa hundida
y paseando mi mano libre
en la alameda de tu pubis fresco.
¡ Pero otra vez la constante ¡
Tus raíces de brazos
me estrecharon como archipiélago,
y de mi garganta súbita brotó hasta el
mas el profundo secreto que ignoro
y antes que los meridianos múltiples
de tu cuerpo de mujer y tentáculo
me dejara sin una próxima aurora me incorporé y
doblando mis rodillas crujientes,
te adoré como la creación terrenal más viva
y a tu hora poderosa vi sucumbir la flor blanca
y festejar la vida precipitada.
Celebrándote como una reina
diosa del color,
en tu prado de pétalo encendido.