Hay cosas que me irritan. Muchas. Otras me enfurecen y otras, directamente, rompen mi medidor de enojo. Los comportamientos humanos que paso a describir son los que habitualmente hacen trizas mi enojómetro.
Estos son adoptados por esos seres altamente competitivos que siempre quieren estar delante de todos. Los punteros honorarios del top ten, conseguido por merito propio a base de fuerza, esfuerzo y descuido ajeno.
Cuentan con una habilidad, digna de admiración, con la que se inmiscuyen ganando terreno de una manera tan paulatina o violenta (según sea su modus operandi), quedándose con tu lugar sin que ni siquiera lo notes.
Así es, señoras y señores, me estoy refiriendo a esa raza inextinguible y por todos repudiada: "Los Colados". Denomínase de esta manera a toda persona que no concibe que él o ella deba esperar su turno haciendo fila. Por alguna razón que desconocemos, se creen imbuídos por algún tipo de gracia divina. Es así que valiéndose de artimañas, artilugios o simplemente haciéndose el ganso, va ganando lugares para ser atendido antes que los que lo precedían.
Dicha acepción también comprende a aquellas personas que no pagan su boleto, su entrada, o aquellos que simplemente aparecen con su mejor cara de piedra sin haber sido invitados. En fin, de ellos nos ocuparemos otro momento.
Estos seres desconsiderados, mal educados o aprendidos, son omnipresentes. Los encontrás en filas de colectivos, bancos, clínicas, espectáculos, quioscos, comercios en general, etc.
No suelen reconocerse a simple vista gracias a su gran habilidad e intensiva práctica de su actividad coladorística. Es decir que, cuando te diste cuenta ya los tenés delante de vos. Le da lo mismo que trates de explicarle en forma calmada, a los gritos o berreando que ese era tu lugar. Él o ella permanecerán impertérritod ante cualquier reclamo y/o acusación de "COLADO" . El sujeto en cuestión llegó para quedarse en tu lugar u otro mejor, por que según su creencia es su derecho legítimo.
Cada vez hay más, se reproducen en forma constante y permanente por lo que me atrevería a clasificarlos como una plaga endémica. La información que transmiten en su ADN es de lo más poderosa. Van creando anticuerpos y cada vez tienen estrategias coladorísticas más sofisticadas, creativas y eficaces.
Vengo luchando contra ellos desde mi mas tierna infancia, y nada. Es como sacar agua del mar con un vasito. Por eso, seres incolados, cuidemos nuestra espalda porque son más que nosotros. Aunque hay algo que tienen menos, mucho, pero muchisísimo: ESCRÚPULOS.