De tu boca de laurel y besadora
no se regresa sino oliendo a clavel.
En tu mirada profunda de abismo,
se parten hasta los huesos sin dolor, y
retornan los ojos encendidos.
Tu caricia es un pasaje al paraíso, con visa y boleto de ida.
Una maleta de enamorado desequilibrio,
tan abierta al alma, como al control de aduana en la vuelta.
El amblar de tus caderas,
con precisión de reloj de arena
es movimiento sincronizado y natural,
Como el del péndulo puntual
que regresa y vuelve al punto exacto.
Tu entrepierna de roce sutil al caminar
es de adoración idólatra y rezo de lujuria,
de vuelo espacial a un planeta del que no hay marcha atrás...
Mas que planeta es centro de nuestro sistema,
como el furioso sol que derrite los ojos.
Y de tu pelo de nido se llega a tus cejas de arco negro,
como ramas de ébano,
Sorprendiendo al día desde el alba
con plegaria de enamorado, errando en una Romería.
Recorro a diario tus prados,
pero el tiempo se me acorta
Cuando mis manos chispean como tren descarrilado y
el tiempo cae bajo la guadaña de la hora,
como sumiso gigante recorro tu espalda.
Y tan cerca...
Tan cerca tu cabeza y tus pies
Que parece ilusión, paradoja irónica de espejismo
Que la distancia abierta de mis brazos pueda abarcarla
Pero el tiempo se hace diminuto,
para andar tu horizonte en solo un día.