Exaltada llaga que una vez fue piel.
Ahora arena y fuego.
Inmolado en silencio,
anagrama y oráculo profético de las reses desmembradas,
deletreando gotas rojas en esputos tísicos
reunidos en los pastos murciélagos
de esponja derrochada,
deleitadas criaturas saboreando la miel, la bilis y el bofe crudo.
Hojarasca de huesos que fueron esqueleto de sostén.
Gusanos caníbales soñando con nueva carne.
Pájaros carnívoros degustando hasta el guijarro de los osarios y
los pólenes destripados en autopsia hiperestésica.
Como la muerte vana,
que no elegí como mi vía Apia de destino.
Sigo la senda noralí del naranjo florecido y
La redondez exótica de las bahías de curvas suaves
Hasta mi impulso ciego vagando la penumbra desvestida
Buscando la seda eterna y los rebaños mansos trasquilados
Transitando la vía de los barros burbujeantes
Como el vino espumoso que ocupó mi vientre y
Hoy oliendo a campo traviesa y manzanilla en el horizonte largo
A la espera de una accesible alma de mujer
De piernas largas y blancas como pistilo nevado.
Tocando apenas las castañuelas marrones
de madera acústica y la oscuridad de atabal
tamboreando el himno de la mulata.