¡ De que dedos hablas, amor, si tú no tienes dedos ¡
Son diez hermanos elásticos.
Seis de jade pulido, terso y suave, cuatro de diamante duro y opositor.
Sólo parecen dedos.
Son diez hojas largas, con las yemas cubiertas
de papel lustre que relucen como joyas,
con sangre de uva en las arterias y de mosto diluido silbando por las venas
Lo que llamas dedos:.
Son sensibles antenas parabólicas,
extremos de un ácaro Reina, ejemplar de especie única,
con el habito casi maniaco de la caricia.
Cuando chispean en el aire,
Son racimos de castañuelas, en una jota Aragonesa,
soplando al viento como aspas movidas del molino.
Al baile, hacen exquisita pareja,
entre los seis largos, las dos pulposas y
los dos pequeños príncipes.
Se desprenden como brazos enanos,
ramales del río inmenso al que llamas mano.
Con un dorso de seda estampado de flores y besos
que semejan ser venas superfluas, y
del campo desmalezado, liso como mármol,
fluyen correas en el surco del amor, disfrazadas en tendones.
Camuflados como soldados de verde uniforme,
en el mapa dorsal de una geografía de paraíso,
como arrozal anegado y floreciente.
Las córneas de laca que llevas por uñas
no precisan la mano de un artista cromático
Son dueñas del color absoluto, en el imperio que abarca,
de la lila al granate, al limite del morado prusia.
Incrustadas hay,
diez mínimas medialunas irradiando tanto fulgor en la noche,
que los astros se confunden, creyendo que hay once lunas.
Por tus palmas supinas, decoradas en ribetes de rayas,
como letras escritas en un libro de páginas rosas,
se despliega un abanico de colección,
entre la hoja púdica que cubre el enigma de venus y
los Apalaches hechos cerro,
como montículos para el beso.
Con diez criaturas asidas de la crin, o
cocinando la papa y el tomate, con el sudor de lava ,
del cráter eruptivo del volcán que llamas palma.
¡ De que dedos hablas, amor mío ¡