se corrompió una nota de silencio astral, y
sonó un concierto mutuo.
Sonata de oboe y violín, un pulso de tecla al piano.
Los Ángeles al teclado, A los vientos los arcángeles.
La hermosa virgen Venus, con los dedos azul cielo a las cuerdas y
el dios supremo Eros, director de orquesta.
En la tela amplia del cielo, vi un astro rozar tu mano, y
derrumbarse él celeste habitáculo con tus labios de península dilatada,
y el mismo roce carnal le dio un beso al alma de la nube pasajera.
.
Tus ojos movidos al lugar del trueno,
conmigo como náufrago druida, en el pardo río inmenso esfumado,
con las puertas del dique asomando en tu boca.
y el universo en la palma de tus manos cobijado.
Vi el despliegue de tu risa en abanico,
con tus dientes centelleando el vientre de los astros,
la paciencia meditativa
de tus ojos profundos en reflejo vertical
En el vuelo de la fugaz estrella
se descolgó la cuerda marina con que me plegaste de besos y
la amarra de tu boca de gula,
como paseando una roca cósmica por mi cuello.
Cuando haces esa pirueta se me descuartiza el cuerpo,
como al desgajado pomelo,
me dejas desnudo de sangre y savia
como el árbol reseco en medio del invierno, y
aún en el umbral del cielo, sueltas tu suspiro en eco de aromas,
perfumando la espesura del planeta y el aire de estratosfera..
volando tus párpados como la crisálida madura,
y de tus pestañas aladas surgir mariposas maduras del cielo.
No pudo la constelación de estrellas,
emular tus cejas de arco helénico,
ni el impenetrable negro oscuro de su pintura.
En nuestro orbe de únicos habitantes,
al abismo claro de los portales de nuestro cielo.
Tu mano desnuda,
derramando de lo alto los colores de la mañana.
Como si todas las mujeres estuviesen en ti,
soltando pétalos enamorados,
sobre los ojos abiertos del hombre deseado.