Una guitarra de luceros y apriscos.
Una baguala de siembra que germina,
Santiago con honra languidece
su chacarera y bajo los letreros
la rígida sombra erecta
apaga cristal del obelisco.
Los jinetes de la doma
en tránsito queman sus alforjas de tasajo.
El facón de cintura
se acoda en extraña dobladura
Ni el caballo escucha el agasajo,
ni el criollo abandona la piel de la uva
por un cartel de hamburguesa
ni una gaseosa oscura.