Verónica, amor ¡
Te dejo mi legajo mínimo de ausencia,
inmerso en todo lo que me diste.
Fui tu amor llorando entre tus brazos y
el niño gimiente a tu regazo opimo
Corazón y pecho como el horno suculento
cociendo el pan al barro.
Para mí eres la obertura de los polos.
Sur a norte tu risa.
El oriente amanece con tus ojos y
el poniente emerge del suspiro de tu pestaña
Tu y yo llegamos
con las marcas de zonas duras de vida.
De llanuras cavernarias y caníbales
donde la tierra fue de martirio.
Toda tu celeste pintura traías desparramada en tu piel erosionada
Perfumada la arcilla sangrante de tus pies sufridos
Sin embargo cantabas y reías
Con las flechas partidas,
hincadas en tu corazón de guerrera, y
en tu cuello tatuado de labios mi beso colgó una medalla..
Para mí eres picante como el ají y de tecla
como dientes de piano sonriendo al blanco y negro de las escalas,
donde cae la música en manantial por tus rodillas de asombro..
Sigue mi vencedora la tierra del amor
Plantando tus huertos
traídos del brillo de los bosques sin edades.
Porque tus labios de carne son mi sangre roja de follaje, y
cuando rozo tu boca de campana
se me pierden los dolores en los repiques.
Te debo la primavera irrumpiendo al otoño, y
la elegante uva de nuestro paso de encuentro..
Te lego mis besos de otoños
donde la muerte rebusca sus victorias.
Te regreso los cerezos al borde de la vida
Y tu, amada mía...
Caminando mi alma emotiva en sigilo.
Bajo el sol eterno y silvestre de nuevas primaveras.