A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires, la juzgo tan eterna como el agua y el Aire. (J. L Borges). Y al parecer no sólo Buenos Aires va a ser eterna. Ella también. Sí, la vamos a poder votar cuantas veces se postule, cuantas veces queramos, por siempre jamás… Al menos esos son los deseos de Diana Conti, que va a impulsar un proyecto de reforma constitucional para que CK, y no me estoy refiriendo a Calvin Klein, sea nuestra presidente eterna, vitalicia. Su figura se asemejaría a la de una democrática reina yuppie, que traspasaría el mandato a su descendencia. Hagamos nuestros sus deseos, ¿por qué no? Mis ojos se nublan y el corazón se me sale del pecho con semejante noticia. No lo dudemos, ni siquiera lo pensemos, corramos alocadamente. Hagamos una Convención Constituyente, reformemos la Constitución, y eternicemos su mandato. La continuidad del proyecto lo vale. Si algo nos ha dado la historia es información de largos y exitosos gobiernos. Y la base de su éxito ha sido la libertad, la paz y la unidad o algo similar. Tomemos por caso a Cuba, Egipto, Venezuela, Libia. Estas son pruebas palmarias de que los mandatos prolongados en el tiempo están condenados al triunfo. Nos rendimos ante la evidencia. Nosotros vamos a seguir, debemos seguir sus pasos, sin apartarnos un ápice del camino que trazaron. Buscando su reelección indefinida. Obviamente nadie va a oponerse, nadie tiene que oponerse, nadie debe oponerse. Y al que se oponga, se lo acusará debidamente de monopólico, desestabilizador o algún otro mote que surja en ese momento. Es tan lindo vivir en un país como el que describe 6,7,8, El Argentino, Tiempo Argentino, etc., en el que todo está bien, no hay delito ni inflación, hay un reparto igualitario de riquezas… Para que ir a Disney ¿no? Besooo.