Al igual que al animal, al camino y al canillita, a las mujeres también se nos ha dedicado un día.
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora (o también Día Internacional de la Mujer) se celebra el día 8 de marzo y está reconocido por la ONU. En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. Es fiesta nacional en algunos países. (Wikipedia). Bueno…
En ese día se nos homenajea, se nos regala flores, se recuerdan las proezas de mujeres heroicas, se nos releva de cocinar o lavar los platos (no siempre). Ah, me olvidaba, también ese día se nos considera personas y además se nos reconoce como trabajadoras. ¿Qué tal?
Algunas de nosotras lo festejan con alegría y orgullo, lo consideran un reconocimiento a nuestro género. Obviamente, no es mi caso. Yo lo considero un claro acto discriminatorio que me ofende y agrede. Lo que aquí expreso no es un panfletario discurso feminista, sino una reflexión femenina.
¿Por qué nos tienen que asignar un día como si fuéramos un bicho raro? ¿Por qué no hay un día del hombre? Después de todo, lo merecen, ellos también son seres humanos. ¿O no? Tampoco generalicemos…
La brecha de género es tan profunda que casi llega a China. Nos dan puestos para cubrir un cupo sin importar si somos o no capaces. Lo que jamás ocurre con los hombres que ocupan puestos por su capacidad, no por su género. Somos mujeres, no tontas con una sola neurona (al menos no todas).
En fin la discusión fuerza-capacidad es tan antigua como el mundo, y no voy a pretender cambiar eso de un día para el otro. Mujeres: solidaricémonos con los hombres, imitemos a la gota que erosiona la piedra y seamos muy constantes en nuestro pedido de igualdad, tal vez algún día ellos sean reconocidos como ciudadanos de primera y tengan también su día.
Asi que hasta tanto no haya un día Internacional del Hombre Trabajador o por lo menos del Hombre a secas, por favor, absténganse de saludarme. Guárdenselo hasta mi cumpleaños o el día del animal, que me cae mucho más simpático.