De pequeño amaba tu orbita blanquinegra de piel y
crisol de razas, partida en gajos y de costura.
Amaba tu frágil contundencia.
Tu repique de zapatillas o botines.
Tu coqueta seducción en rueda de amantes y la altivez
elegante del toque deseado con tus ojos geométricos y selectivos.
Mis pies deslizaban tu badana gastada con ternura
Y el rebote de tus besos viniendo encaminada
Girando cabezas en carnada, como dama distinguida
en baile antiguo buscando el cabeceo.
En tu enjambre de amantes te deseaba mia
Señora y reina, bruñida cual diamante
Aun empapada de agua o teñida del barro en los potreros.
Te seguí hasta los verdes pastos cuando brillabas
En el punto blanco de una cancha inmaculada y
una camiseta de cuadro.
Mi hermosa, añorada y ausente pelota de cuero.