Suelo encontrar tu huella en la arena
con tus francas manos clavadas en la sangre del jazmín.
En tu forma caigo
con los ojos apartados del mundo y sus bellezas
porque en mi mirada no hay otro panorama
más que el de tus maravillas naturales.
Cuando el cielo abre su telón y sus oídos
penetro con furor sus agujeros y merodeo los silencios de cráter
donde asoma la luna su superficie de prado extendido
y tu risa de plata cabalga en las estrellas propagadas.
Aun con mis ojos de Lázaro
veo tu cuerpo hecho de la tiza y esculpido
en el carbón mineral de los hornos forjadores.
Cuando voy a tu lado
mi pecho de pastor resguarda sus rebaños y al
tomar tu mano sin heridas hallo las verdades de la tierra lastimada
los secretos del viento y el espejismo de los montes áridos.
Ámame amor.
Con amor total de apotema mis lados de pirámide inconclusa.
No tengo defensas ante ti ni mis venas inoculadas
Corta mis raíces al soplido de tu viento moderado y deja
que mi boca se ahogue en tus besos de río rebalsado
extraídos del profundo abismo
de los claveles acuáticos que salen de tu boca granate
con el filo clemente de la hora y su destino a
mis mínimos brazos de cuerpo levitante y carne planeadora
y el telescopio de mirada y Atlas donde busco
la altura de tus besos infinitos y sus laderas desplegadas.