Lo que sea que la existencia me ofrezca, le doy gracias.
Hay momentos que nos resultan difíciles de sobrellevar. Por más que meditemos y respiremos a veces la vida nos desconcierta tanto que un gran vacío parece inundar nuestro vientre como una nada oscura que nos deja sin aliento. Si pudiéramos entrar en contacto con esta sensación sentiríamos un gran dolor que comienza a disparar miles de pensamientos negativos o escapistas haciéndonos fantasear con nuestra miseria o con huir de esta sensación corporal de "peligro".
Entonces nos encontramos con dos opciones:
1) Si nos apegamos a un pensamiento identificándonos con él lo que es como decir "yo soy esto o aquello", "el otro es esto o aquello", "ésto es lo que me pasó y no lo puedo tolerar!", "aquello me sucederá a mi" no nos toparemos con una salida posible que no sea nuestra miseria.
2) Si dejamos fluir estos pensamientos y no nos dejamos llevar por ninguno de ellos, si logramos contener ese dolor, éste eventualmente desaparece. (Nosotros no somos nuestros pensamientos, somos mucho más que eso).
Pero, ¿es tan fácil contener el dolor corporal/emocional? Porque recuerden que la emoción está en el cuerpo, así que es LEER MÁS