Me invoca tu espíritu
de azul de praderas.
Con flores, muchas flores.
¡Esta bien que así sea ¡
Porque en las mañanas
Me escudo en las rayas de tu espalda
Y por las tardes,
en los pliegues de tu sombra.
Me fecunda tu aroma,
socava mi vientre
y emerge el hijo del amor.
Me forjo en el retrato de tu pupila,
al arco del crepúsculo.
Cuando los Ángeles desnudos
y los ejércitos de querubines
resguardan tu piel. ! Morena ¡.
Titilan sus dedos en el arpa eólica,
al soplo de tu aliento.
Invaden tu alma de tenue claridad,
contemplan el nado de las sirenas
en el lago de tus lágrimas.
¡ Esta bien así ¡
Cuando los elfos azules se bañan
con gotas del rocío de tus ojos pardos.
Y tiemblan, seducidos.
Suenan los campanarios y las rosas,
esconden sus espinas.
En su afán extremo
sueltan saetas de trementina
al blanco de tu pecho.
¡ Esta bien así ¡
Porque mi prisión se derrumba
a la salida de mi vuelo.
Un rayo sutil besa mi frente y
la noche, la oscura noche,
Ilumina radiante, mi viaje
en el tren de tus sueños.
La luna me vigila, me cela, no me desmayo.
Tu voz me nombra y enumera mis pecados.
Conjugas en verbo
el misterio de los hacedores magos
que esculpieron tu boca.
¡Esta bien que así sea ¡
Pero hay algo mas profundo en ti:
¡ Tu sueño, Morena!
El enigma de tu sueño.