Cuando éramos chicos todos jugamos alguna vez al poliladron. Para los que no recuerden o no lo hayan jugado cuéntoles en que consiste. Hay dos bandos: unos son ladrones y otros policías. El rol en el juego se determinaba por una canción, si los seleccionadores cantaban: "Melón, melón…" ya sabías que te tocaba ser ladrón. En aquellos días todos, obviamente, queríamos ser sandía, que era la fruta que correspondía a los policías (no había ninguna connotación, solo una cuestión de rima). Los seleccionadores eran los chicos más grandes. A diferencia de los jueces no se los podía recusar ni recurrir, y su fallo era inapelable.
A esa tierna edad en la que comenzás tu camino por la vida, te vas dando cuenta, entendiendo y aprendiendo gradualmente de cómo va a ser este tema de vivir. Y que a lo largo de tu existencia vas a tener que negociar, hacer ciertas concesiones, transigir, ganar y perder. Siempre, claro está, manteniendo, en la medida de lo posible, tus principios y, sobre todo, tu dignidad.
El protagonista de mi relato quizá haya sido influenciado por el juego de tal manera que se ha sentido como melón o sandía alternativamente, aunque, pensándolo bien, tal vez alguna de las dos frutas haya prevalecido. Resulta que este buen señor un día se encontraba en su casa, estaba un tanto aburrido, no había nada en la tele, tal vez nada llamaba su atención en Internet. Entonces se le ocurrió una idea que en ese momento le pareció brillante.
Llamó a dos amiguetes y les cursó una invitación que ellos aceptaron inmediatamente de muy buen grado. Acto seguido se dirigieron a Palermo y robaron una casa. Cuando iban felices con su botín por las calles de Soldati, fueron vistos por dos policías que iban en un patrullero, parece que uno le dijo al otro: mira la pinta tienen los tres masculinos que van en el Pallio gris. Vamos a detenerlos porque me juego que estos no son trigo limpio.
Nunca cuestionen el ojo clínico, los policías tuvieron razón. En realidad no sé si pasó así, pero es como yo me lo imagino.
Además de todo lo sustraído encontraron otra, ¿cómo definirlo?… Bueno, no sé. La cuestión es que dos de los tres delincuentes eran presos y el otro un Agente de la Policía Federal de la Comisaria 52. A este ex sandía ahora si se lo puede calificar como un melón, y con todas las connotaciones del caso.