VIGENCIA DE LA LEY DE LA SELVA

Categoría: Arte y Humanidades
Fecha: 29/01/2013 13:49:16
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Por: Libardo García Gallego (www.joligaga.blogspot.com)

Después de escuchar la entrevista radial hecha hoy, 25 de Enero de 2013, por el equipo periodístico de Caracol 6AM al señor Presidente de la Federación de Ganaderos de Colombia, Dr. José Félix Lafaurie, queda uno atónito ante el cinismo, el odio de clase, la insensatez, el amor a la guerra y cualquier otro calificativo sinónimo que caracterizan a la burguesía colombiana, en particular a los terratenientes.

Según él, durante el último medio siglo ellos sólo han sido mansas ovejas, víctimas de la guerrilla, siempre han aportado al enriquecimiento patrio, mientras los guerrilleros expulsan campesinos de sus predios, matan y secuestran compatriotas y destruyen lo que ellos crean. Dizque ampliaron sus latifundios "lícitamente", a nadie expropiaron ni obligaron a desplazarse para quitarle su minifundio. Otra descarada justificación del paramilitarismo, al cual financiaron y hasta pertenecieron.

Vuelve y juega lo de la lucha de clases, lo de la igualdad y la desigualdad social, lo de la democracia y el autoritarismo, lo de la justicia y la injusticia, lo de la propiedad privada limitada o ilimitada, lo de los derechos humanos para todos o para unos pocos. Parece imposible la superación de estas contradicciones. Algunos dicen que éstas son inherentes a la misma animalidad humana, la cual predomina sobre su supuesta racionalidad.

En tan complejo asunto, pareciera que la verdad la tuviesen quienes actúan apegados al dicho "Media humanidad vive de la otra media" o a la interpretación de Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre", mientras que los partidarios de la igualdad social, de la convivencia humana fraternal y pacífica, son o somos unos pendejos, ilusos y tontos. Sin embargo, para nuestro consuelo, los primeros piensan como los obligan los de arriba, los dueños de los medios de producción, a través de sus "aparatos ideológicos".

Aplicando estos conceptos a la realidad colombiana, entonces tenemos que aceptar sumisamente nuestra dependencia de los centros del poder, de los países más adelantados (enriquecidos gracias a que despojaron de sus recursos naturales a los países del Tercer Mundo), y de las multinacionales, aceptar sin chistar la concentración de las riquezas en un minúsculo grupo de individuos, no protestar porque los Magistrados, Congresistas y otros altos funcionarios estatales y privados devenguen y se pensionen con el equivalente a 50 ó más salarios mínimos, aceptar sumisos que 2/3 de nuestros coterráneos subsistan cada día con menos de $3.600 pesos y que 10 millones tengan que arreglárselas con menos de $1.800,oo; aceptar sumisos que una minoría disfrute a plenitud de los servicios de vivienda, salud, educación, recreación, cultura y los demás deban conformarse con mendrugos que les avienta el Estado para calmar sus necesidades. Y aceptar sin chistar que a este modelo se le denomine "Estado Social de Derecho", donde la competencia entre los seres humanos es la clave del progreso social, donde triunfan los más aptos, los más astutos, los más zorros, los más fieras, los herederos del poder y de la riqueza. Igual que en la selva, la cadena alimenticia humana, unos cuantos viven en la opulencia a costillas de la miseria y la infelicidad de la mayoría de sus congéneres.

Lo único que no debe aceptarse en este "pintoresco" panorama es la existencia de ladrones, mendigos, prostitutas, asaltantes, secuestradores, asesinos, guerrilleros, traficantes de drogas dañinas, desocupados, corruptos de mediana y poca monta, comerciantes informales, contrabandistas, etc.

¿En otro tipo de organización estatal no se eliminarían estos vicios, lacras y problemas sociales o por lo menos no disminuirían en alta proporción?

Seguramente sí, pero a los privilegiados no les interesa cambiar el sistema, pues a ellos el estado burgués les garantiza todos los derechos que generan su riqueza: libertad de empresa, de propiedad privada ilimitada, de herencia, de libre competencia. Y obtienen altísimos dividendos de los vicios y las carencias de las mayorías.

Por ello prefieren achacarle a los dioses y a la suerte la causa de las lacras sociales enumeradas arriba. A través de los mitos religiosos logran mantener a la gente embobada, enceguecida, imbecilizada, sometida. Su prédica es más o menos ésta: "Aguanta hambre y necesidades pero no te olvides de practicar los diez mandamientos, no te rebeles contra los gobernantes, ellos son muy buenos. Tú eres el único culpable de tu miseria, por haragán y por bruto. Sé muy obediente y creyente en la voluntad divina. Colócate en las manos del Señor, Él es infinitamente sabio, justo, bondadoso y si Él decidió que vivieras en la indigencia te recompensará con el paraíso celestial cuando mueras".

En todo caso, con personajes como el que me inspiró esta reflexión y sus cómplices de igual calaña, como el tristemente célebre Uribe Vélez, nunca habrá paz. Los de abajo seguiremos en la conquista de nuestra dignidad inalienable e imprescriptible, porque algún día podamos disfrutar de todos los derechos humanos, igual que ellos. Así se construye la paz.

Armenia-Quindío, Enero 25 de 2013.






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