Feroz mano de lluvia,
pretende bañarnos atrapados en los grises,
se escurre como curioso fantasma de retrato
hendiendo sus dedos de lanza casi imperceptible
en nuestros pasadas heridas.
Pero está tu boca guardiana permanente
alucinando mi piel delirante como un bálsamo curativo y
mi cuerpo derrochando sus apremios en la cuenca de tus cantaros,
al viaje de mis manos marinas el salitre anda a tu destino de boca.
Lluvia feroz ya exiliada…
Ausente de la fuerza de la patria
explota su mínima bandera traidora
y despoja su vestido impotente.
Con nuestros dedos caminando los labios supurantes
y las lenguas en benévolo aquelarre de triunfante primavera,
Sin pausa ni tregua,
Con el orden natural desplegamos nuestras urgencias imponentes.