Destella el árbol de la tarde
la sonrisa de mi padre y su madero de tesón.
Que distantes los ecos de la lengua
del cedro tallado con la garlopa.
Se aproximan los momentos del otrora y la dicha,
el breve poema expulsa mis dolores y
atrae en iman su habla de sabia y ternura.
Un hueco que dejó la vida y su ausente palabra y
un verde idioma que me enseñó su esperanto.