Hoy me desperté con esa sensación. Esa sensación extraña pero conocida. Esa sensación desagradable, incómoda, molesta, que te separa del bienestar y que conocés desde que tenés memoria.
Sensación odiada, temida y repudiada por todos. Nadie querría tenerla nunca, pero la tiene. Ella se apodera de nuestro ser y lo hace suyo, nos quita el aire, las ganas, las energías.
Hace que el sueño se confunda con la fiebre y que ambos coexistan con el malestar en tu persona haciendo que vivas en un sopor constante, que te hace entrar y salir del mundo por un túnel irreal.
Aunque, pensándolo bien, más que una sensación podría definirlo como un síntoma, como una consecuencia que presagia su inminente presencia. El anuncio formal que "él" pronto estará entre nosotros, al igual que todos los años en esta época.
Estos son sus regalos, sus posesiones, que obsequia y comparte con todos nosotros. Los distribuye en forma equitativa. Él no hace diferencias, imparte todo para todos. No le importa si queremos o no aceptarlos. El considera que su generosidad no debe tener limites, traspasa las barreras y generalmente las defensas. Y así logra su cometido.
Así es damas y caballeros, el invierno anuncia su inminente presencia. Pero, no viene solo, no. Jamás. Además de traer mal clima, lluvia, días tristes y fríos trae consigo la gripe, el resfrió, el catarro, las anginas, la fiebre y todas esas maravillosas cosas que sólo él sabe traer.
Siempre me gusta estar a la vanguardia. Fuí una de las primeras en tener uno de esos resfríos molestos, incómodos, indeseables y fácilmente trasferibles. Esos en los que parece que te hubieras tragado un rayador por como te duele la garganta, la cabeza te late, los ojos te lloran, los estornudos no se terminan, y usás miles de pañuelos. Tal vez la contribución mayor a que me encuentre en este estado, se deba al hecho de no tener gas, en primer término, y a la casi presencia del invierno.
En realidad no sé bien a quien de los dos atribuirle mi molesto estado. Esto es casi tan irresoluble como que fue primero si el huevo y o la gallina. No sé si me resfrié por el frio que hace fuera de mi casa debido a que esta promediando el otoño, o, por el frio que hace dentro de mi casa que no tengo gas. La verdad lo desconozco.
Mientras tanto yo sigo aquíl, resfriada, contando los días para que el gas sea reconectado o la cálida primavera nos visite antes de lo esperado. Entre nosotros, le tengo mucha más fe a la opción dos.